Hoy en día, en España, es muy común oír a estudiantes decir que tienen que estudiar inglés para poder “sacarse” un certificado de lenguas determinado. Lo dicen como si fuese un trámite angustiante y agobiante que se quisieran quitar de encima.

Hay dos puntos interesantes relacionados con este hecho. El primero, nuestra motivación o motivaciones a la hora de aprender. ¿Para qué o por qué aprendemos una lengua extranjera? El segundo y último, el proceso de estandarización agobiante al que nos tienen sometidos determinados organismos y organizaciones internacionales. Ya todo está reducido a si el estudiante es nivel A1, A2, etc., y así la presión por “sacarse” un certificado es cada vez más angustiante.

El tema que más me interesa desarrollar en esta ocasión es el primero, en el cual estamos hablando de distintos tipos de motivación: instrumental (estudiar para pasar un examen o para ser admitido en una universidad), extrínseca (premio o castigo), integradora (quiero pertenecer a esa comunidad de habla) e intrínseca (me gusta la lengua y disfruto de aprenderla). No existe una de ellas que sea mejor o peor que la otra y, a veces, los alumnos poseen más de una o varían entre una y otra en distintos momentos y estadíos de su aprendizaje.

Algunos investigadores dicen que la motivación es un continuum que va desde la desmotivación, la motivación extrínseca y, por último, la intrínseca. La motivación extrínseca significa hacer algo para la consecución de un resultado, una recompensa. La motivación intrínseca, sin embargo, implica hacer algo porque el hacerlo nos produce una satisfacción especial. Es más autónoma que la primera.

Considero que vale la pena reflexionar sobre este tema ya que estudiar una lengua solo para “sacarse” un certificado no parece ser suficiente para asegurar un aprendizaje exitoso. Es necesario, en este respecto, que tantos alumnos como profesores busquen necesidades, temas y actividades que los involucren en el aprendizaje desde otro(s) lugar(es) y les permita emprender un aprendizaje más participativo, más comprometido y, por lo tanto, efectivo.